Sukhothai, Thailand
6 OctDe Buena mañana, como habíamos dispuesto el día anterior, teníamos una
furgoneta esperándonos para llevarnos a Sukhothai desde Chiang Mai. Así nos
ahorrábamos el perder el tiempo en autobuses y el poder parar en diferentes
sitios.
La primera parada fue en una ´reserva´ de elefantes donde la gente puede
quedarse unos días para saber como adiestrarlos. Elena, Jose, Lola y Marta
se montaron en dos elefantes y se fueron a dar una vuelta por el bosque. Mi
madre y yo nos dimos una vuelta, vimos como 'domaban' una pandillas de
guiris unos pobres elefantes y acabamos viendo un show de elefantes donde
les hacían hacer mil perrerías. A mitad de espectáculo se nos unieron los
demás.
La siguiente parada fue en unas ruinas de lo q había sido una antigua
capital, Sawankhalok. Poco quedaba pero era impresionante los jardines q las
bordeaban.
Al final llegamos a Sukhothai tras parar en un restaurante local q servía
una comida un poco fuera de lo común; nada que ver con la famosa cocina
tailandesa.
Los hoteles allí eran pésimos, de lo peor por ver. Pero al final nos metimos
en uno q no estaba nada mal. Descansamos y fuimos a ver el pueblo q solo nos
ofreció un mercado q olía fatal con feria; debían celebrar el fin de las
lluvias q no acababan. Y para celebrarlo como se merece, vendían toda clase
de insectos fritos; demasiado exquisitos para nuestros paladares, Lola se
puso hasta mala.
Volvimos al hotel a cenar y eso fue una odisea porque no tenían de nada y lo
q tenían lo traían mal. Un caos total y con bronca final porque cobraban lo
q querían.
7 Oct, FELIZ CUMPLEAÑOS ALICIA!
El día siguiente lo dejamos para ver las ruinas de Sukhothai, la ciudad
antigua a varios kilómetros de la nueva. Sukhothai fue una capital
Tailandesa sobre el siglo XIII. Anterior a Ayuttaya y Bangkok.
Fue una odisea llegar a las ruinas, había estado lloviendo los días
anteriores y estaba todo inundado. Cogimos un tuc-tuc y nos mojamos de
arriba a abajo porque las calles eran ríos. El tuc-tuc era extraño, el
conductor iba detrás y nosotros delante como en una caja q hacía de
manillar.
Las ruinas estaban destrozadas pero estaban rodeadas de unos jardines
espectaculares. Los mismos del tuc-tuc nos llevaron de unos templos a otros.
Comimos por el camino de vuelta y mi madre, q no se comió el pollo, se nos
fue a buscar uno de los miles de perros para dárselo. Volviendo fuimos a la
estación de autobuses para comprar el billete a Ayuttaya. Pasamos por
riachuelos con una fuerza impresionante. Y los tailandeses bañandose y
disfrutando de los charcos. Y es q la vida se ve de otra manera.
El resto del día descansamos en el hotel y cenamos en un restaurante de
enfrente q era un poco mejor, solo un poco, q el hotel. Una chapuza de cena
también. No creo q lleguen muchos turistas aquí.
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